El duelo: navegando el proceso de pérdida
El duelo es un proceso natural que experimentamos después de una pérdida significativa. Aunque es una experiencia universal, el duelo puede ser muy personal y diferente para cada individuo.
En este post, te proporcionaré información sobre los diferentes tipos de duelo, las etapas del duelo y cómo afrontar el duelo. El duelo se puede clasificar en diferentes tipos, como el duelo anticipado, el duelo complicado y el duelo traumático.
El duelo anticipado se produce cuando se espera la muerte de un ser querido, como en el caso de una enfermedad terminal.
El duelo complicado se produce cuando el proceso de duelo se prolonga y se convierte en un problema de salud mental.
El duelo traumático se produce después de una pérdida repentina y traumática, como en el caso de un accidente o un suicidio. El proceso de duelo se puede dividir en diferentes etapas, como la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.
Es importante tener en cuenta que no todas las personas experimentan todas las etapas del duelo, y que el proceso de duelo puede ser diferente para cada individuo. Afrontar el duelo puede ser un proceso difícil, pero hay algunas cosas que puedes hacer para ayudarte a ti mismo.
Algunas de las cosas que puedes hacer incluyen hablar con amigos y familiares, buscar apoyo profesional, cuidar de ti mismo y hacer cosas que te gusten. Espero que esta información te haya sido útil.
Learn MoreApoyo a Adolescentes con Trastornos Alimentarios: Consejos para Padres y Amigos
Si sospechas que un adolescente podría estar luchando con un trastorno alimentario como la anorexia o la bulimia, es importante abordar la situación con sensibilidad y cuidado. Aquí tienes algunos consejos sobre cómo los padres y amigos pueden apoyar a los adolescentes con trastornos alimentarios:
- Edúcate a ti mismo: Aprende sobre los trastornos alimentarios para comprender mejor los desafíos que enfrentan las personas afectadas. Este conocimiento te ayudará a brindar apoyo seguro para conversaciones abiertas. Anima a tu adolescente a expresar sus sentimientos y preocupaciones sin temor a ser juzgados. Sé comprensivo y escucha activamente lo que tengan que decir.
- Expresa preocupación, no críticas: Evita criticar la apariencia de la persona o sus hábitos alimenticios, ya que esto puede aumentar sus sentimientos de vergüenza y culpa. En su lugar, expresa tu preocupación por su bienestar y enfatiza que estás ahí para apoyarlos.
- Fomenta la ayuda profesional: Los trastornos alimentarios son condiciones complejas de salud mental. Anima al adolescente a buscar ayuda profesional de un terapeuta, consejero o médico especializado en el tratamiento de trastornos alimentarios. Ofrece ayudarles a encontrar recursos y acompáñalos a las citas si es necesario.
- Fomenta una relación saludable con la comida: Promueve hábitos alimenticios equilibrados y una imagen corporal positiva. Anímales a enfocarse en su bienestar general, en lugar de solo en su peso o apariencia.
- Sé paciente y solidario: La recuperación de los trastornos alimentarios lleva tiempo y pueden ocurrir retrocesos en el camino. Sé paciente, solidario y comprensivo durante el proceso. Celebra pequeñas victorias y ofrece ánimo en momentos difíciles.
Recuerda que es crucial involucrar a profesionales de la salud en el proceso de tratamiento y recuperación. Esta información es un punto de partida, pero siempre se recomienda buscar consejo profesional.
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Learn More¿Cómo podemos entender mejor a nuestro hijo/a adolescente?
La adolescencia es quizá uno de los periodos más difíciles en el desarrollo humano. Es una etapa repleta de cambios:
- Cambios físicos: los signos más evidentes de la adolescencia son quizá los cambios corporales asociados a la pubertad. Estos, pueden afectar a su autoestima o ir acompañados de emociones como la vergüenza.
- Cambios psíquicos/personales: el adolescente se encuentra en un momento entre la infantil adultez, en la que ha de cuestionar, todo lo aprendido y la forma en la que sus padres se plantean las cosas.
¿Cómo podemos acompañar a nuestro hijo/a durante la adolescencia?
- Comunicarse con ellos, hablando de manera honesta y abierta, sin que nuestros hijos tengan el temor de que lo que pueden compartir con nosotros, pueda conllevar un castigo.
- Respetar su libertad y permitir que se equivoquen, evitando supervisar excesivamente y mostrándoles que confiamos en su criterio.
- Respetar su intimidad e intentar dialogar para llegar a acuerdos sobre los nuevos límites que se han de establecer.
- Permitir que se expresen y alentarles a que lo hagan con nosotros.
- Estar dispuestos a tolerar la crítica y a dialogar sobre las posibles discrepancias que pueda haber. Eso sí, evitando la confrontación directa, ya que la oposición en los adolescentes es casi una necesidad vital.
- Compartir experiencias propias de la adolescencia o consejos. Sobre esta etapa, pueden ayudar a formar una relación más positiva con nuestro hijo.
En resumen, el acompañamiento de los padres durante la adolescencia es clave para el adecuado desarrollo de estos. Es importante que este acompañamiento tenga como propósito no reprimir ni castigar sistemáticamente, sino más bien aprender cuáles son las nuevas necesidades e inquietudes de nuestro hijo, y estar ahí para ellos.
Cuando acudir a consulta:
- Si presenta un periodo de tristeza más largo de lo habitual.
- Si observamos una preocupación obsesiva por la imagen de su cuerpo.
- Cuando la intimidad se convierte en un aislamiento.
- Si somos conocedores de algún factor psicosocial que pueda afectar a su bienestar (bullying, consumo, etc).
Para cualquier duda, no dudes en contactar con nosotros.
Clara Pérez.
Psicóloga general sanitaria.
Miedos infantiles: Cómo reconocerlos y como ayudar a los niños
En muchas ocasiones, acuden padres a consulta, preocupados porque sus hijos tienen miedo a la oscuridad o a ciertos animales. Lo cierto y verdad es que algunos de sus miedos, sumidos, evolutivos y cumplen con una función. Esos miedos, surgen con el propósito de preservar el desarrollo del niño y su supervivencia, como por ejemplo que el niño no se vaya con extraños o que se aleje de calles oscuras.
¿Cómo podemos a ver si el miedo que siente nuestro peque es un miedo normal? Se considera que es un miedo funcional cuando el miedo está equilibrado frente al peligro real en estos casos, cuando el peligro desaparece también lo hace el miedo. Existen ciertos miedos infantiles que se consideran evolutivos, según las etapas en las que se encuentra el niño.
Así, tener miedo a las tormentas hasta los cuatro años, miedo a la oscuridad, hasta los seis o miedo a la muerte hasta los 12, se consideran miedos propios de la tapa evolutiva del niño y que van a desaparecer, por lo tanto no son objeto de intervención psicológica.
Cuando el miedo aparece o persiste aún sin el estímulo presente o se encuentra fuera de los miedos propios de la tapa evolutiva del niño, es cuando requiere intervención psicológica. Algunas de las señales que nos pueden guiar para saber si el miedo de un niño requiere atención psicológica son:
- Si el miedo se ha prolongado mucho el tiempo.
- Si el niño, evitar situaciones de estímulos relacionados con el miedo.
- Si el niño realiza pequeño rituales para contrarrestar la ansiedad que le produce un determinado objeto o situación.
- Si el temor está generando un malestar en las áreas de la vida del niño (colegio, amigos, estado de ánimo…)
Es cierto que no podemos saber si un miedo infantil se va a “enquistar” en el niño, pero existen ciertas conductas que pueden servir con factores de protección para que eso no ocurra.
- Regular la emoción: mostrar afecto y protección, procurar que el niño exprese su emoción y validarla, nombrar la emoción y explicarle que lo que siente es desagradable adaptando la narrativa del miedo al nivel cognitivo del niño o normalizarlo, sin quitarle importancia que tiene para el niño.
- Afrontar el miedo: fomentar conductas de autonomía, reforzar los intentos del niño de exponerse al miedo (aunque no logré mantenerse en la situación), creer que son capaces de superar su miedo y transmitírselo, acompañar a explorar lo que al niño le infunde temor.
También podemos compartir con nuestros peques, los miedos que teníamos de pequeños, para que vean que es una situación que entendemos y que se puede superar.
¿Cuáles eran vuestros miedos cuando erais niños? ¡Os leemos!
Clara Pérez Psicóloga General Sanitaria
Learn MoreEl funcionamiento del cerebro adolescente
Seguro que todos hemos visto a un adolescente y hemos pensado: “Parece que no piensa lo que hace”, “Todo le afecta de una manera exagerada” o incluso, “Nunca perciben el riesgo”. Efectivamente, el adolescente es mucho más impulsivo y emocional que una persona adulta, sin embargo, este tipo de comportamiento es el reflejo de un cerebro aún en desarrollo.
Durante esta etapa se producen grandes cambios en lo que respecta a la maduración cerebral, comenzando y terminando de desarrollarse algunas regiones cerebrales importantes. La región límbica, encargada de la parte emocional, es la primera en desarrollarse y lo hace antes que otra región conocida como la corteza prefrontal. La corteza prefrontal es la encargada de tomar decisiones, planificar, razonar y controlar impulsos, sin embargo, no es hasta bien avanzada la adolescencia e incluso en la etapa adulta cuando termina de desarrollarse.
El adolescente, gracias al pronto desarrollo de la región límbica, se guía por las sensaciones y emociones que le generan las distintas actividades que realiza en el día a día. Sin embargo, al carecer de una corteza prefrontal completamente desarrollada, aún está aprendiendo la manera de analizar, a través de la lógica y el razonamiento, distintas alternativas que se le presenten, así como a regular correctamente las emociones que se activen en él.
Es importante comprender que esta configuración mental es inevitable y fundamental para su desarrollo y, por tanto, que todavía están explorando y comprendiendo su propio comportamiento ¿Les dejamos crecer?
Alba Sacristán
Psicóloga
Learn MoreDEJAR IR
En ocasiones escuchar estas palabras nos parece un sinónimo de fracaso, porque bajo nuestro punto de vista nos estamos rindiendo. Pero esto no se aplica únicamente a las parejas, sino también a los amigos, al trabajo o a cualquier situación que tengamos en nuestro día a día.
Nada es eterno, y eso es algo que debemos tener muy presente. Las personas, las relaciones, las malas rachas,… todo es temporal y ahí está la parte bonita de ello. Sin embargo, el dejar ir algo que nos ha hecho feliz durante un tiempo es duro y podemos considerarlo un duelo en muchas situaciones. Nos aferramos a una relación de pareja que ya no nos aporta nada por la costumbre, por el miedo a lo desconocido, a lo que vendrá después. Incluso, como decía al principio, podemos verlo como un fracaso personal, algo que no he conseguido. Pero no se trata de conseguir, se trata de aceptar que es momento de pasar página y empezar de nuevo, por mucho miedo que pueda dar.
El ser humano está en continuo cambio y eso no es algo malo. Puede que tu mejor amigo desde la infancia deje de serlo en la edad adulta, que tu pareja deje de aportarte tanto y sigáis por costumbre, que el trabajo de tus sueños ya no te llene como antes… todo esto puede hacernos sentir tristeza y miedo por lo que puede venir después. Pero es parte de la vida avanzar y dejar atrás ciertas cosas para poder dar la bienvenida a las cosas nuevas que vendrán.
Los cambios pueden dar miedo sí, ¿pero no han empezado así grandes cosas?
Miriam Romero
Psicóloga clínica.
Learn More“No me llores, que ya eres mayor”
Seguramente al leer el título os haya venido a la mente alguna persona que os haya dicho esa misma frase, o tal vez conocéis a alguien a quien se lo hayan dicho.
Relacionamos el llanto con un signo de debilidad, de ser pequeño. Sin embargo, llorar es necesario siendo niños o adultos, nos permite expresar la emoción que estemos sintiendo en ese momento. Nos libera de ese nudo en la garganta, de esa molestia en el estómago, nos permite desahogarnos. ¿Habéis sentido alguna vez esa sensación de tranquilidad y plenitud después de una buena llantina? Seguro que sí. Esto es porque mediante las lágrimas liberamos oxitocina y endorfinas, hormonas que nos proporcionan esta sensación de calma y bienestar.
¿Qué pasa si a los niños les decimos este tipo de frases? Que seguramente en adelante repriman sus emociones, que vean el llanto o la tristeza como un signo de debilidad que no hay que mostrar. Más adelante, probablemente tengan problemas en su regulación emocional, porque sentirán tantas emociones que no sabrán cómo expresarlas.
Así que en vez de decirles: “no llores, que ya eres mayor”, probamos a preguntarles qué sienten en ese momento. Ayudarle a ponerle nombre a esa emoción que está provocando sus lágrimas.
Miriam Romero
Psicóloga clínica
Learn MoreDepresión infantil
Sí, los niños también pueden tener depresión. Asociamos este trastorno con adolescentes o adultos, ya que puede resultar complicado de comprender que un niño tenga depresión. Sin embargo, aproximadamente un 10% de la población infantil sufre algún tipo de trastorno depresivo.
¿Cómo se manifiesta? Puede tener varias formas, desde un llanto incontrolable a una insatisfacción por los juegos que antes resultaban divertidos. Esto viene acompañado de una baja autoestima, pensamientos negativos, episodios de ira y retraimiento social. Estos síntomas tienen que permanecer durante al menos un año. Este comportamiento es bastante observable si pensamos en un niño sin ningún tipo de trastorno, que por lo general interactúa con el ambiente y ríe mientras juega. Si por el contrario observamos un niño actuando como hemos comentado antes, indudablemente llamará nuestra atención. Pero ¿por qué aparece la depresión?
Las causas para padecer este trastorno son muy variadas. Por un lado, puede existir un componente genético, aunque todavía se tiene que investigar más esta posible causa. Por otro lado, tenemos factores psicológicos. Estos pueden implicar una pérdida de un ser querido, una situación de desamparo, un ambiente familiar estresante, … Es importante por ello criar a los niños en ambientes sanos, llenos de amor y comprensión. Donde se sientan protegidos y se forme bien el apego, que hará como factor de protección ante las adversidades que les puedan venir.
Sin embargo, en caso de que estos síntomas nos resulten conocidos de verlos en nuestros peques, lo mejor será la atención psicológica individualizada. Ahí dispondrán de un espacio para hablar sobre cómo se sienten e ir poco a poco recuperando esa alegría infantil tan típica en ellos.
¿Habíais escuchado hablar de la depresión infantil?
Miriam Romero.
Psicóloga clínica.
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