Trastorno esquizoide de la personalidad
Vamos a empezar dejando claro lo que es un trastorno de personalidad. Todos podemos conocer a una persona con rasgos esquizoides, obsesivos, narcisistas,… debido a que no dejan de ser rasgos de personalidad que todo el mundo tiene, en mayor o menor medida. Sin embargo, cuando estos rasgos de personalidad se manifiestan de manera rígida y dificultan el día a día de una persona, es cuando lo llamamos trastorno de personalidad.
El trastorno esquizoide es uno de los grandes desconocidos dentro de los trastornos de personalidad, afecta a menos de un 1% de la población general, de ahí que apenas se escuche hablar de él. Sin embargo, el trastorno esquizofrénico de la personalidad seguramente sí os suene haberlo oído, y aunque a nivel semántico se parezcan, no tienen nada que ver a nivel patológico. Aún así, es posible que las personas con trastorno esquizofrénico experimenten comportamiento esquizoide, por lo que no hablaríamos de trastorno esquizoide de la personalidad.
Dicho trastorno se sitúa dentro del grupo A de los trastornos de personalidad, que engloba a los excéntricos o raros. Su prevalencia es mayor en hombres que en mujeres, pero la diferencia no es muy destacable. Entre sus principales características se encuentra el no mostrar interés por las interacciones sociales y tener expresiones emocionales muy limitadas basadas en la frialdad y la indiferencia. De ahí que prefieran realizar actividades solitarias y no tengan amigos íntimos ni se interesen por las relaciones sexuales ni de ningún tipo.
Por otro lado, los trastornos por evitación y Asperger que evitan las interacciones sociales, el primero por ansiedad y el segundo por dificultades en comunicación no verbal, tienen una gran diferencia con el esquizoide, y es que este no las evita, simplemente no tiene ningún interés.
Como hemos dicho al principio, este trastorno es muy raro pero no por ello inexistente. Es importante visualizar este tipo de enfermedades mentales tan raras para que se conozcan y de esta manera se puedan seguir estudiando, con el objetivo de encontrar una cura.
Miriam Romero
Psicóloga