Es importante entender que desde el momento en el que nacemos ya estamos en continuo desarrollo. Las figuras de protección del bebé son en primer lugar la madre y en segundo lugar el padre. Cómo estos respondan ante sus demandas, implicará el desarrollo emocional, psicológico y social del niño, el cual aprenderá a relacionarse a partir de la relación con sus padres, y este aprendizaje lo extrapolará a las relaciones posteriores con sus iguales.
Existen cuatro tipos de apego explicados a partir del experimento de Harlow (la madre deja al niño en una sala con juguetes solo, y al rato vuelve), según el tipo de apego el niño reaccionará de una manera u otra:
- Apego seguro: el niño explora la habitación, puede echar de menos a la madre al irse, pero cuando vuelve va hacia ella para buscar el contacto físico y la hace partícipe de lo que ha explorado.
- Apego evitativo: el niño no llora al separarse de su madre. Cuando la madre entra de nuevo a la sala, el niño no se acerca a ella e intenta evitar el encuentro (sigue jugando).
- Apego ansioso-ambivalente: cuando la madre sale de la sala casi no hay exploración por la ansiedad que le supone al niño la separación. Presta atención a la madre cuando entra de nuevo en la sala que sigue llorando y no reanuda la exploración tras el encuentro.
- Apego desorganizado: se muestra desorientado cuando la madre se va, y cuando ésta vuelve a entrar no se acerca a ella y se queda como bloqueado. El resultado es un sentimiento ambivalente porque la misma figura que me protege es la causante de mis miedos.
Es importante estar ahí para nuestros hijos, y eso implica saber cómo reaccionar ante sus demandas. Por ejemplo, si mi hijo tiene miedo por la noche, si yo no acudo a su demanda de refugio y protección o invalido esas emociones con frases del tipo ”es una tontería tener miedo, no hay nada”, no estoy respondiendo a su necesidad emocional.
Otro ejemplo típico es el llanto, cuando un niño se pone a llorar, muchas veces la frase típica es ”eres un llorica o los niños buenos no lloran”, por tanto el mensaje que les estamos dando es que llorar y por tanto estar triste no está bien, y eso no solo repercutirá a su desarrollo social sino también a su desarrollo emocional.
Actualmente con las nuevas tecnologías, nuestros hijos nos llaman y les ignoramos, y si en ese momento nos quieren enseñar algo importante para ellos, el mensaje que les estamos dando, es que ellos no nos interesan, o que hay otras cosas más importantes.
Por tanto, es importante tener paciencia, acercarte a tu hijo cuando te reclame y escuchar lo que necesita y si es posible dárselo. Darle cariño físico y verbalmente así como establecer límites y normas es la mejor manera de promover su desarrollo de manera adaptativo. Nunca olvidemos que cómo se relacione con los demás, es un reflejo de cómo se ha relacionado con nosotros.
Psicóloga: Silvia Sánchez Torres
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