¿Cómo podemos entender mejor a nuestro hijo/a adolescente?
La adolescencia es quizá uno de los periodos más difíciles en el desarrollo humano. Es una etapa repleta de cambios:
- Cambios físicos: los signos más evidentes de la adolescencia son quizá los cambios corporales asociados a la pubertad. Estos, pueden afectar a su autoestima o ir acompañados de emociones como la vergüenza.
- Cambios psíquicos/personales: el adolescente se encuentra en un momento entre la infantil adultez, en la que ha de cuestionar, todo lo aprendido y la forma en la que sus padres se plantean las cosas.
¿Cómo podemos acompañar a nuestro hijo/a durante la adolescencia?
- Comunicarse con ellos, hablando de manera honesta y abierta, sin que nuestros hijos tengan el temor de que lo que pueden compartir con nosotros, pueda conllevar un castigo.
- Respetar su libertad y permitir que se equivoquen, evitando supervisar excesivamente y mostrándoles que confiamos en su criterio.
- Respetar su intimidad e intentar dialogar para llegar a acuerdos sobre los nuevos límites que se han de establecer.
- Permitir que se expresen y alentarles a que lo hagan con nosotros.
- Estar dispuestos a tolerar la crítica y a dialogar sobre las posibles discrepancias que pueda haber. Eso sí, evitando la confrontación directa, ya que la oposición en los adolescentes es casi una necesidad vital.
- Compartir experiencias propias de la adolescencia o consejos. Sobre esta etapa, pueden ayudar a formar una relación más positiva con nuestro hijo.
En resumen, el acompañamiento de los padres durante la adolescencia es clave para el adecuado desarrollo de estos. Es importante que este acompañamiento tenga como propósito no reprimir ni castigar sistemáticamente, sino más bien aprender cuáles son las nuevas necesidades e inquietudes de nuestro hijo, y estar ahí para ellos.
Cuando acudir a consulta:
- Si presenta un periodo de tristeza más largo de lo habitual.
- Si observamos una preocupación obsesiva por la imagen de su cuerpo.
- Cuando la intimidad se convierte en un aislamiento.
- Si somos conocedores de algún factor psicosocial que pueda afectar a su bienestar (bullying, consumo, etc).
Para cualquier duda, no dudes en contactar con nosotros.
Clara Pérez.
Psicóloga general sanitaria.
El funcionamiento del cerebro adolescente
Seguro que todos hemos visto a un adolescente y hemos pensado: “Parece que no piensa lo que hace”, “Todo le afecta de una manera exagerada” o incluso, “Nunca perciben el riesgo”. Efectivamente, el adolescente es mucho más impulsivo y emocional que una persona adulta, sin embargo, este tipo de comportamiento es el reflejo de un cerebro aún en desarrollo.
Durante esta etapa se producen grandes cambios en lo que respecta a la maduración cerebral, comenzando y terminando de desarrollarse algunas regiones cerebrales importantes. La región límbica, encargada de la parte emocional, es la primera en desarrollarse y lo hace antes que otra región conocida como la corteza prefrontal. La corteza prefrontal es la encargada de tomar decisiones, planificar, razonar y controlar impulsos, sin embargo, no es hasta bien avanzada la adolescencia e incluso en la etapa adulta cuando termina de desarrollarse.
El adolescente, gracias al pronto desarrollo de la región límbica, se guía por las sensaciones y emociones que le generan las distintas actividades que realiza en el día a día. Sin embargo, al carecer de una corteza prefrontal completamente desarrollada, aún está aprendiendo la manera de analizar, a través de la lógica y el razonamiento, distintas alternativas que se le presenten, así como a regular correctamente las emociones que se activen en él.
Es importante comprender que esta configuración mental es inevitable y fundamental para su desarrollo y, por tanto, que todavía están explorando y comprendiendo su propio comportamiento ¿Les dejamos crecer?
Alba Sacristán
Psicóloga
Learn MoreDepresión en adolescentes
A veces se piensa erróneamente que los adolescentes no tienen problemas importantes, pero ¿es esto verdad?
Comúnmente se piensa que la depresión solo aparece en la adultez, sin embargo los datos nos arrojan información completamente diferente. Según la OMS, “la depresión es la cuarta causa principal de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años, y la decimoquinta entre los de edades comprendidas entre los 10 y los 14” (OMS, 2020). Por tanto, la depresión se puede experimentar en todas las etapas vitales. Por otro lado, la pandemia no ha ayudado precisamente a que estos datos disminuyan, sino que ha propiciado que el número de casos se eleve de forma significativa.
La depresión es un trastorno mental, las personas que lo sufren tienen una visión de sí mismos, del mundo y de los demás muy negativa, los fracasos son atribuidos a uno mismo de forma estable (siempre voy a fallar), sin embargo, los éxitos son hechos externos a la persona y no son algo que siempre vaya a ocurrir (ha pasado hoy pero de forma ocasional).
Ahora os preguntareis, ¿cómo sé si yo mismo o alguien de mi entorno tiene depresión? Para saberlo es muy importante prestar atención a los síntomas. La depresión se manifiesta con cambios emocionales como sentimientos de tristeza, desesperanza o vacío constantes; disminución del placer o interés en las actividades cotidianas; baja autoestima; pérdida de interés en familiares o amigos; dificultad para pensar, concentrarse, recordar cosas, tomar decisiones; pensamientos recurrentes de muerte o suicidio; visión de la vida como abrumador… También se producen cambios en el comportamiento como por ejemplo presentar cansancio; insomnio o dormir demasiado; habla y movimientos enlentecidos; aislamiento social; quejas habituales sobre dolores de cabeza; autolesiones; o planes/intentos de suicidio, entre otros.
Enfrentarse a la depresión es una situación muy complicada, no es algo sencillo, pero con el tratamiento adecuado puedes recuperar el timón y rumbo de tu vida. Si necesitas ayuda no dudes en acudir a un profesional, hay solución, no estás solo.
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