En muchas ocasiones, acuden padres a consulta, preocupados porque sus hijos tienen miedo a la oscuridad o a ciertos animales. Lo cierto y verdad es que algunos de sus miedos, sumidos, evolutivos y cumplen con una función. Esos miedos, surgen con el propósito de preservar el desarrollo del niño y su supervivencia, como por ejemplo que el niño no se vaya con extraños o que se aleje de calles oscuras.
¿Cómo podemos a ver si el miedo que siente nuestro peque es un miedo normal? Se considera que es un miedo funcional cuando el miedo está equilibrado frente al peligro real en estos casos, cuando el peligro desaparece también lo hace el miedo. Existen ciertos miedos infantiles que se consideran evolutivos, según las etapas en las que se encuentra el niño.
Así, tener miedo a las tormentas hasta los cuatro años, miedo a la oscuridad, hasta los seis o miedo a la muerte hasta los 12, se consideran miedos propios de la tapa evolutiva del niño y que van a desaparecer, por lo tanto no son objeto de intervención psicológica.
Cuando el miedo aparece o persiste aún sin el estímulo presente o se encuentra fuera de los miedos propios de la tapa evolutiva del niño, es cuando requiere intervención psicológica. Algunas de las señales que nos pueden guiar para saber si el miedo de un niño requiere atención psicológica son:
- Si el miedo se ha prolongado mucho el tiempo.
- Si el niño, evitar situaciones de estímulos relacionados con el miedo.
- Si el niño realiza pequeño rituales para contrarrestar la ansiedad que le produce un determinado objeto o situación.
- Si el temor está generando un malestar en las áreas de la vida del niño (colegio, amigos, estado de ánimo…)
Es cierto que no podemos saber si un miedo infantil se va a “enquistar” en el niño, pero existen ciertas conductas que pueden servir con factores de protección para que eso no ocurra.
- Regular la emoción: mostrar afecto y protección, procurar que el niño exprese su emoción y validarla, nombrar la emoción y explicarle que lo que siente es desagradable adaptando la narrativa del miedo al nivel cognitivo del niño o normalizarlo, sin quitarle importancia que tiene para el niño.
- Afrontar el miedo: fomentar conductas de autonomía, reforzar los intentos del niño de exponerse al miedo (aunque no logré mantenerse en la situación), creer que son capaces de superar su miedo y transmitírselo, acompañar a explorar lo que al niño le infunde temor.
También podemos compartir con nuestros peques, los miedos que teníamos de pequeños, para que vean que es una situación que entendemos y que se puede superar.
¿Cuáles eran vuestros miedos cuando erais niños? ¡Os leemos!
Clara Pérez Psicóloga General Sanitaria
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